ARTICULO DE OPINIÓN.



Maltrato intrafamiliar, indefensión mental.

Carolina Camacho Rúa, Leidy Carolina Olaya Rúa, Leidy Alejandra Ospina Argüelles y Zulima Posada Correa.

El maltrato intrafamiliar es un suceso que nos ha acompañado en todas las épocas, sin embargo,  por ser hoy un momento histórico donde se le da más importancia a la familia, son mas los casos y denuncias que surgen frente a este terrible hecho. El maltrato intrafamiliar,  suceso que se presenta dentro del seno familiar, de uno de sus miembros a otro(s), se entiende por cualquier acto de violencia, sea físico, o psicológico que abarca una serie de situaciones tales como: golpes, amenazas, humillaciones, entre otros tipos de violencia.

En el presente artículo,  se habla de las posibles causas en las que se fundamenta el maltrato intrafamiliar,  y específicamente,  como  las diferentes formas en que este se presenta,  afecta negativamente a los niños, tanto a nivel físico como mental.
Dentro de las muchas causas que conllevan al maltrato intrafamiliar, y una quizá de las más fuertes, es la creencia incubada a lo largo de muchos años, que la mejor vía para educar u obtener una respuesta esperada en la conducta del otro, es la violencia, ya sea física, verbal o psicológica;  normalizando así este acto tan desgarrador, donde los más vulnerables son los niños, pues no poseen ni la fuerza física, ni las herramientas mentales para enfrentar tal situación.
En referencia a los niños, se puede ver como la violencia puede incluso trascender a extremos;  por ejemplo, en la actualidad  se ve una creciente denuncia por abuso sexual a los niños, este infortunado hecho se presenta cada vez más y por lo general, es ocasionado por un miembro de su familia. En otras ocasiones hemos sido testigo de cómo los menores son utilizados para mendigar  o vender su propio cuerpo. Cabe aclarar que no en todos los casos, estos actos son dados dentro del seno de familia, o son consecuencia del maltrato intrafamiliar. Dichos ejemplos, no son más que muestra de cómo los niños pueden verse vulnerables ante tantas situaciones guiadas por los adultos.  
Volviendo pues a la idea que se venía desarrollando, donde la violencia es la vía de la educación, encontramos que una forma de maltrato que más se presenta son los gritos, estos a fin de “Corregir” o señalar órdenes, viéndose como algo de total naturalidad o  ingenuo, cuando los gritos, como vía de la palabra, transgreden el mensaje que se quiere transmitir, cargándose de un tono emocional negativo, mediante el cual el  niño hace lectura, no precisamente del mensaje, sino del modo en que puede llegar al otro, tomándose el grito como modelo de comunicación.  Dentro de todo, también está el hostigamiento, las humillaciones y en muchas ocasiones golpizas tan desmesuradas que no solo causan marcas a nivel psicológico difíciles de curar, sino también lesiones a nivel físico tan graves, que muchas veces pueden llevar a la muerte del menor.

Otra de las causas encontradas en el maltrato intrafamiliar, es la incapacidad para resolver los conflictos de manera adecuada, ligado a traumas que los adultos traen de la infancia, por haber sido maltratados o abusados, lo cual desobjetiviza la manera en que educan sus hijos, pues encuentran el maltrato como la línea a seguir, bajo la idea de que con ellos funciono perfectamente, desconociendo que dentro de ellos yacen conflictos internos que son precisamente los que llevan al maltrato como vía de la comunicación, de la educación y la corrección.
En relación con lo anterior,  no se puede  dejar de lado los problemas que existen entre los padres, ya que en tantas ocasiones trascienden de forma tal que afectan la salud mental e incluso psíquica del infante. A los padres muchas veces se les olvida, y muchos quizás ignoran, el deterioro tan profundo que puede causar emocional, cognitiva, comportamental, y físicamente en un menor el hecho de verlos golpearse, o incluso escuchar entre ellos gritarse, insultarse o herirse, una evidente muestra de falta de respeto en donde la construcción de la subjetividad del niño lo lleva a leer un hogar en dónde muchas veces siente que él puede ser el causante de tantos problemas entre sus padres, llevándolo a un estado en donde muchas veces incluso termina quitándose la vida.

Finalmente, consecuencia del maltrato intrafamiliar, en la psique de los niños, está la indefensión mental -entendiéndose por esta la falta de herramientas psicológicas para comprender y enfrentar las situaciones en las se está siendo vulnerado-  apareciendo así conductas desadaptativas o violentas hacia los demás, lento desarrollo en relación con su etapa evolutiva, déficit de atención, retraimiento, conductas autodestructivas y déficit respecto a la resolución de problemas. Por otro lado, problemas de ansiedad, depresión,  baja autoestima, déficit de habilidades sociales, estrés post- traumático y aislamiento social, retrasos en el desarrollo verbal y del lenguaje y alteración del rendimiento escolar. Todo lo anterior desencadenado en secuelas cognitivas, o síntomas, mediante el cual el niño busca resistirse.

Para terminar, un aspecto que cobra relevancia y parece fundamental destacar respecto a esta problemática,  es la importancia de aprender  a identificar  señales que pueden no ser tan evidentes de reconocer cuando estamos ante un caso de maltrato intrafamiliar en el que niños son las víctimas; teniendo en cuenta, que el niño en medio de su vulnerabilidad, si bien puede no expresarlo en palabras, mostrará comportamientos en busca de auxilio, y que como adultos se debe atender. Ejemplo de esto, es el contexto escolar, donde pueden haber leves indicios  que señalan que en el hogar algo no marcha bien, sobre todo las sutilezas de observar un cambio de conducta cuando se tiene como referente que un niño por lo general responde adecuadamente ante estímulos de su ambiente o en relación con sus pares y hay un abrupto cambio en él. Es esencial que se logre un vínculo basado en la empatía para reconocer en primera instancia que algo sucede con un niño, ya que será el puente para lograr una comunicación asertiva y ganarse la confianza del niño.


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